Siete años prófugo: la red familiar de Peñaflor Camey, que protegió a un ex policía acusado de homicidio

SOTO LA MARINA, Tamaulipas, 10 de abril de 2025 — Durante más de siete años, Roberto Martínez Lugo, exintegrante del Grupo Lince de la Policía Estatal, logró esquivar a la justicia tras su presunta participación en un doble homicidio en Ciudad Victoria. Lo que parecía una huida individual se revela ahora como una operación sistemática de encubrimiento, tejida por una red familiar y oficial que lo protegió con meticulosa coordinación.

Según fuentes cercanas a la investigación, Martínez Lugo fue protegido desde 2018 por Luis Ángel Peñaflor Camey, alias “El Camey”, actual coordinador de la Guardia Estatal en Nuevo Laredo. No actuó solo: su familia en Soto la Marina, incluyendo su padre y un tío con propiedades clave, ofrecieron refugio logístico al ex policía. La protección, sin embargo, iba más allá de lo familiar.

El traslado del prófugo a Monterrey en febrero pasado fue realizado por Bayrón Otoniel Peñaflor Camey, hermano del “El Camey”, en un Charger negro. No era la primera vez que se movilizaba de manera encubierta: anteriormente, un vehículo similar —un Challenger negro— había sido utilizado y posteriormente vendido para borrar rastros. La estrategia sugiere planificación y recursos sostenidos en el tiempo.

Las piezas de este rompecabezas apuntan hacia una figura aún más alta en el organigrama: el secretario de Seguridad Pública de Tamaulipas, el general retirado Sergio Hernando Chávez García. De acuerdo con testimonios internos, El Camey gozó de su respaldo institucional, lo cual explicaría por qué nunca se activaron protocolos de búsqueda ni se investigaron los reportes filtrados de paradero.

Esta red de complicidad pone al descubierto un patrón recurrente en Tamaulipas: la colusión entre cuerpos de seguridad y criminales, disfrazada de estructura operativa. La captura de Martínez Lugo el 1 de abril no solo expone la lentitud del sistema judicial, sino también la manera en que el aparato institucional se convierte en cómplice del silencio.

El caso Martínez Lugo no es un incidente aislado. Es una muestra de cómo la impunidad en Tamaulipas no solo nace del crimen organizado, sino desde el corazón mismo de las fuerzas que juraron combatirlo. Una justicia selectiva, cubierta por uniforme y charola, sigue siendo el mayor obstáculo para la paz en la región.

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